La épica no entiende de razones monetarias
ni de presupuestos, ni de palmarés o historia.
Es más, la épica se encarga de escribirla
en letras bien grandes y doradas para que nadie
pueda olvidar la importancia de lo conseguido.
No, no puedo celebrar una victoria épica
ante el rival vecino más laureado de nuestro deporte.
Pero sí vencimos de alguna manera.
Derrotamos fantasmas y dejamos atrás cadenas y maleficios.
Una muestra clara es el enfado de Pablo Laso,
tras un primer cuarto brillante en intensidad,
colaboración, rotaciones y movimientos rápidos
de balón que los jugadores madridistas
eran incapaces de frenar. ¿Consecuencia?
Quince puntos arriba. Tiempo muerto.
Coca cola y palomitas.
La épica de ganar en el antiguo Palacio de los Deportes.
Hoy, presa del marketing que todo lo envuelve.
Me niego a pronunciar su nombre.
Aplasta records Reyes, salió junto a Llull
a poner orden en el segundo acto.
Y por unos minutos, dejamos de creer que era posible.
Y nos parecimos, brevemente, a lo que no somos.
Nos precipitamos, seleccionamos malos tiros,
no luchamos los rebotes y tuvimos malos balances defensivos
ante un rival que no perdona
ni cuando no le dejas.
Se esfumó la renta. Pero regresó el equipo
apremiado por un tiempo muerto de Raventós,
segundo a veces, ayer primero, ante la baja forzosa
por una nube arenosa
en el riñón maltrecho del Ché. Reposo, ánimo y calma.
Aunque cueste mantenerla viendo al equipo desde casa.
La épica lo agranda todo.
Menos a Tavares,
que no necesita de ayuda para aumentar su enorme figura.
Pero lo que no cambia es la realidad
de estar por encima en el encuentro a cuatro minutos del final.
Y yo me pregunto Si esto lo hacéis un domingo
frente al vigente campeón de Europa.
Si ganáis a un Barcelona con nombres
más que un equipo,
¿Por qué no podéis soñar con seguir
haciendo lo mismo?
De aquí hasta final de liga
con coraje y compromiso
encontrando luz y acierto
humildad y sacrificio
llegarán los resultados…
Y no será épica, entonces,
será un trabajo de equipo. |