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El equipo puso la letra y la afición la música. De esa simbiosis surgió y se bailó la décima victoria del Urbas Fuenlabrada, lograda por 93 – 92 ante un bravo Monbus Obradoiro.



10 de abril de 2022
¡Qué misterio habrá!

Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido sólo se llevó la mitad

(Lucía. Joan Manel Serrat)

El partido venía acompañado por la trigésima conmemoración del Partizan de Fuenlabrada. Ojalá no hubiéramos tenido que celebrar esto. Ojalá no hubieran tenido que venir a jugar aquí. Ojalá nadie hubiera tenido que sufrir aquel horror bélico. Pero ocurrió. Y al menos hoy sabemos que el baloncesto es capaz de crear experiencias positivas y generar sinergias de hermandad incluso ante la peor obra humana como es la guerra.  

Échale tus buenos momentos, dale sonrisas na’ más

(La receta. Los Aslándticos)

Y empezó el encuentro. Y vimos al mejor Urbas Fuenlabrada. La versión intensa en defensa, dinámica en ataque, generosa para compartir el balón y en la que cada uno que sale a la pista aporta su parte al colectivo.

Además, corregimos el único gran error del anterior partido: el rebote. También ahí dominábamos. Así que en cuanto pudimos correr un poco y atinar con un par de triples, abrimos diferencia. 26 – 17 al final del primer cuarto. Y subiendo con el 50 – 36 del descanso. Hasta el tope con el 56 – 38 del minuto 22. Sonrisas na’ más.

No sé si estoy en lo cierto, lo cierto es que estoy aquí. Otros por menos se han muerto, maneras de vivir

(Maneras de vivir. Rosendo)

Pero repentinamente todo cambió. El Obra empezó a meter todos sus tiros, con su habitual inteligencia para mover el balón, superando por vez primera nuestra hasta entonces magnífica defensa. Y nosotros empezamos a ni siquiera llegar a tirar. Nos bloqueamos. Y ellos se crecieron para firmar un 0 – 17 que les ponía por delante (60 – 61) aún en el tercer cuarto.

Ya no estábamos allí (en las sonrisas). Ahora estábamos aquí (en el fango). Pero no nos íbamos a dar por vencidos. Sabemos levantarnos, es nuestra manera de vivir.

Golpe a golpe, verso a verso

(Cantares. Serrat)

Así que nos vimos abocados a un último cuarto igualadísimo. Con una electricidad que subía de amperios a cada segundo. Con innumerables cambios de liderato en el marcador. Golpe a golpe, cesto a cesto, si nos permite parafrasearle don Joan Manel.

Pero teníamos dos ventajas. La primera, que acabamos de vivir dos experiencias muy similares ante el Murcia y el Bilbao y sabemos cómo afrontar esos momentos. La segunda, que no jugábamos con cinco, sino con cinco mil.

Tamaña batalla tuvo su momento culmen con una lucha feroz por un rebote. Con 91 – 90 a nuestro favor y menos de 30 segundos por jugarse, el Obra falló un tiro, hasta seis jugadores pugnaron por el rechace, de mano en mano, hasta que Meindl logró palmearlo y entregarlo a Emegano, que al contrataque anotó una bandeja a la postre definitiva.

 Yo digo salta, salta conmigo sasasasa ¡SALTA!

(Salta conmigo. Tequila)

Y llegó la celebración. El estallido de júbilo ante el bocinazo final. Mi gran noche atronando y siendo coreada. ¡Qué misterio habrá! El cuerpo técnico aplaudiendo emocionado al graderío en señal de agradecimiento. Y, sobre todo, esa unión del equipo con la afición. No hace falta que nadie se lo pida, los propios jugadores son quienes vuelven del vestuario (alguno no llegó ni a entrar) para dar la vuelta a la pista, chocar cuantas manos salen a su paso y compartir miradas y sonrisas cómplices de felicidad. Sonrisas, bailes y saltos, que de todo hubo en la celebración.

Porque unos y otros saben el esfuerzo que cuesta cada triunfo y por eso mismo merece ser celebrado. Más aún si es tan importante como este. No hemos logrado aún el objetivo. Hay que seguir.

Departamento de Comunicación del Urbas Fuenlabrada.

Foto de Víctor M. Lerena.




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