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Colaboración especial del periodista Fran Guillén, al que declaramos a partir de hoy fundador del "sobinismo"



26 de enero de 2016
El sobinismo o la celebración del talento discreto

Tuve claro desde la primera vez que le vi de naranja que JosipSobin constituía una alegoría perfecta de todo lo que representa el Fuenla.Trabajar en silencio, sin alharacas, quizá de manera poco ortodoxa, para acabardespertando la admiración de quienes antes te minusvaloraban.

Su noche contra el Real Madrid fue una bonita metáfora:empezó perdiendo una bola y contemplando cómo precisamente su par metía losprimeros cuatro puntos del duelo. Para redondear lo que no parecía un comienzo prometedor,el chico se estampó en un body-check de Felipe Reyes. Según se levantaba delsuelo, entumecido, Josip fruncía el ceño y enfocaba esa mirada. La de quien seniega a dejar de luchar. No volvió a fallar un tiro en todo el partido.

Quizá el gran público se una ahora al sobinismo, descubriendocómo puso en aprietos a Willy Hernangómez o la manera en la que desesperó aGustavo Ayón en la noche en la que Goliath visitaba a David. Pero su relatoestá trufado de actuaciones ilustres para quien sabe calibrar mucho más que lo áridode la estadística. Rara vez intentará un tiro que no venga a cuento; podrá nocoger un rebote, pero intentará tocarlos todos (cuántos rechaces que acabanapuntándose sus compañeros vienen de punteos suyos). Algunas de las mejoresaptitudes de Josip no están en la planilla. Y él está cómodo en esa sombra.

Enterrado en ella le conocimos por primera vez, adolescente,en una U16 croata en la que Bojan Bogdanovic lo acaparaba todo. Allí jugó poco,pero puso sobre la pista a sus compatriotas de un apellido que no se habíaperdido para la causa dálmata tras el final del cuento de hadas de laJugoplastika. En ese equipo de equipos coincidieron su padre, Goran, y un ZanTabak que decidió este verano que ya era hora de que el muchacho demostrasefuera de los Balcanes si de verdad había heredado la genética de tipo duro delpatriarca.

Un juego cimentado en una máxima: conocer al milímetrofortalezas y debilidades. Sobin no hace casi nada mal porque, sencillamente, nointenta lo que sabe que no puede hacer. Proletario de los aros, el marine continuaráarrastrándose por el barro de la zona (¡y soltando medios ganchos!) si esoimplica que Fuenlabrada puede seguir soñando. Súbanse al vagón, que en el trendel sobinismo, del baloncesto honrado y el sudor en la frente, se va direcciónA Coruña.

Imagen de Amador Vicente


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