Lejosde lo que el partido requería. Derrota merecida y dura. Tan cierto como que lasopciones siguen ahí si retomamos la línea de las dos anteriores jornadas. Más difícil,obviamente, pero no imposible. La principal ventaja es que la próxima finalserá en casa, el sábado que viene a las 19:30 horas con el FIATC Joventut como oponente.

Oposición,eso fue lo que no pusimos hoy de inicio. Con la intensidad que se presumía desalida, los manresanos nos superaron desde el salto inicial. Muy metidos endefensa, duros en cada contacto, agresivos en líneas de pase y seguros en elrebote. Sin lujos en ataque porque tampoco les sobra nada, salvo brillantesdestellos individuales de White, pero con lo suficiente para lanzarse 11 – 0 enlos primeros cinco minutos.

 Tardamos en darnos cuenta de lo que el partidorequería. Lo hicimos racheadamente, y con un primer soplo nos sirvió paraequilibrar ya entrados en el segundo cuarto. Incluso con 15-14 en el marcador dispusimosde un balón para tomar la delantera. ¿Que cómo nos fue esa posesión? La perdimos.Fue una de las 23 pérdidas que tuvimos en el partido.

“Porahí se escapa, por ahí se pierde” dice una canción de Danza Invisible. Hoy noslo podemos aplicar a la perfección. Y si hubieran añadido “y por los triplesque no metes” también habrían acertado. Porque ese fue otro castigo hoy. Hasta eldecimotercero no la embocamos. Tres de 22 en total desde más allá del 6,75.

Con talescondicionantes al descanso lo mejor era el marcador (33 – 23). Pero la cosaempeoró aún más tras la reanudación pues repetimos el arranque del inicio y loslocales se dispararon hasta el 43-25 que hacía peligrar incluso el basket average(+ 26 traíamos de la primera vuelta).

Afortunadamentela canción de Danza Invisible no fue del todo profética pues la siguienteestrofa (“por ese camino del que nunca vuelve”) no se cumplió. El MontakitFuenlabrada sí volvió, se rehízo en los compases finales del tercer periodoencontrando a Akindele en la pintura y acertando con algún tiro lejano. Total, queal último cuarto entramos aún con opciones (47 – 38).

La inverosímilremontada se tornó en posible tras una bandeja de Jorge Sanz que subía el 47 –42 aún con más de ocho minutos por delante. Entonces dispusimos nuevamente devarias posesiones en las que de haber sumado habríamos metido a los locales enun estado de nerviosismo que ya se palpaba en la grada. Pero no loaprovechamos. De nuevo las pérdidas nos alejaron de la meta. Y lo repetimospoco después con 51 – 45 y con 53 – 47. Hasta ahí llegamos. En los últimos dosminutos nos desinflamos y los locales pudieron celebrar la victoria en un partidoque interpretaron mejor desde el inicio.

Esta vezlos autobuses de regreso a Fuenlabrada cargan disgusto. El mismo de todos losque siguieron el partido por la televisión o por la radio. Pero no cargan ni ungramo de ganas de rendirnos. Volveremos a la carga.

Departamentode Comunicación del Montakit Fuenlabrada.