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No es ya que ganáramos al Real Madrid cinco años después, sino que además lo hicimos con un juego alegre, atrevido e intenso, tanto en ataque como en defensa. Y con una afición que empujó mucho y acabó entregada al equipo



18 de enero de 2016
A lo grande

Ganar ya de por sí es genial, pero además hacerlo así, conun juego descarado de un equipo que va de frente aunque el rival sea el campeónde Europa, de Liga y de Copa supone un extra de satisfacción y de orgullo por ser parte del Montakit Fuenlabrada.

Y es que no nos pasamos el partido trampeándolo ni ensuciándolo,sino que propusimos un juego de tú a tú, sin complejos, con participación detodos los jugadores disponibles, pues Rolands estaba en el banquillo másdispuesto que disponible ya que hacerle jugar anoche entrañaba un notable riesgo de recaída.

Coraje para dejar al Madrid en sólo cinco rebotes de ataque ybrillantez para alcanzar un 42 por ciento en triples. Juego en equipo parasumar 20 asistencias y grandes individualidades para firmar, por ejemplo, 24puntos con un casi perfecto 12/13 en tiros de campo de Josip Sobin.

Pausa para no caer en precipitación cuando el Madrid seestiró hasta con diez puntos de ventaja mediado el segundo cuarto (32 – 42) conunos minutos esterales de Ayón, un saber hacer que se tradujo en 11 – 1 de parcial quereequilibró el partido antes del descanso (47 – 49).

La segunda mitad fue algo más trabada y en ella sobresalióel ya mencionado Sobin que con su estilo acabó merendándose a Hernangómez, aNdour y hasta al propio Gustavo Ayón. Precisamente una cesta suya nos dio lamáxima renta nada más comenzar el último cuarto (70 – 62). Incluso tuvimos dosposesiones para aumentar la ventaja y dejar al Madrid medio grogui. Pero las desaprovechamosy los de Laso se enchufaron de nuevo con un acierto triplista descomunaldurante cinco minutos que les llevó a retomar la delantera ya en el minuto 37(78 – 79).

Fue otro momento para demostrar madurez e inteligencia.Sobin al poste, penetración de Tabu, cortes de Paunic. Y llegamos al últimominuto empatados. Nocioni saca una falta de Wear al que premia con un golpe en la cara quele hace sangrar y le manda al banquillo. El argentino anota los dos libres. Y llegael momento de la verdad. Con 83 – 85 Popovic atrajo la atención de toda ladefensa blanca y encontró a Álex Urtasun en el perímetro. Su 0 de 6 hasta ese momentono le hizo temblar la muñeca y Álex clavó un triple que hizo estallar elpabellón. Ese pabellón que defendió al unísono la siguiente acción ¡Ni sacar debanda pudo el Madrid! El tino en los tiros libres de Popovic y Paunic acabó porponer el definitivo 91 – 85.

El júbilo de esos instantes y de la celebración posterior esimposible describirlo por escrito. Quienes lo vivieron (lo vivimos) bien losaben. Esos abrazos en la grada con los compañeros de asiento, esos saltos delos aficionados más jóvenes, esos gritos de éxtasis, incluso alguna lágrima defelicidad. Y lo mejor es que esa alegría rebosante y esas mismas celebracionestambién se veían en la pista con los técnicos y los jugadores del MontakitFuenlabrada como protagonistas. Un equipo de más de 5000 almas lo celebraba, lovivía conjuntamente, tal y como lo había jugado y ganado.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.  

Foto de Amador Vicente.


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