Algún día alguien que entienda mucho, pero que mucho mucho de baloncesto nos explicará cómo en un mismo partido y sin que aparentemente medie nada excepcional pueden cambiar las cosas tan radicalmente. Ayer el Herbalife Gran Canaria nos endosó 45 puntos en poco más de 15 minutos de juego. En los 25 restantes no les dejamos meter más de 30.

Será cuestión de dinámicas. De inercias. Cuestiones muchas veces intangibles pero que en ocasiones podemos hacerlas más carnales. Y aquí aparece la figura de Ian O’Leary. El estadounidense entró a pista cuando peor pintaban las cosas, en plena locura de un Kuric imparable hasta entonces. Esa era su misión, frenar al compulsivo anotador de los canarios.

Y lo hizo, pero Ian fue más allá. Imprimió energía positiva a nuestro juego. El pabellón completo se contagió. Pasaba los bloqueos, se imponía en el uno contra uno, reboteaba, corría, penetraba, anotaba desde el exterior. Sus estadísticas (14 puntos, 16 de valoración) no reflejan con justicia la importancia que tuvo.

Desde entonces el partido fue nuestro. Del 32 – 45 del minuto 16 pasamos al 49 – 52 con que nos fuimos al descanso. El encuentro estaba muy vivo. Tras la reanudación continuamos en la cresta de la ola que nos había marcado O’Leary. Los que surfeaban ahora a rebufo del californiano eran Sekulic y Paunic con cuyos puntos retomamos la delantera (60 – 57, minuto 25) y alcanzamos una considerable ventaja poco después (70 – 60, minuto 29).

El partido se trabó tras el arranque del último cuarto. Conscientes ambos equipos de que se estaba decidiendo una victoria importante para el futuro de este TOP16, las muñecas parecieron arrugarse. Apenas dos puntos logrados con un palmeo de Chema González subieron al marcador en los primero tres minutos del cuarto periodo.

La distancia se estabilizó en torno a la decena de puntos. Los grancanarios lo intentaban una y otra vez, pero topaban con nuestra defensa. Faltaba rematar la faena en ataque. Y lo hicieron dos jugadores que terminaron el partido como lo arrancaron, esto es, viendo el aro como una piscina. Una canasta ¡al poste bajo! de Paco Cruz y un triplazo de Ludde Hakanson sentenciaron a poco más de dos minutos para el final. Hubo así tiempo para la celebración, la quinta en otros tantos partidos en casa en la Eurocup.

Departamento de Comunicación del Montakit Fuenlabrada.

Foto de Emilio Cobos.