Perdimos en los uno contra uno, perdimos en la batalla por el rebote, perdimos en el porcentaje de acierto en el tiro, perdimos en el balance pérdidas – recuperaciones de balón. Perdimos en casi todo porque fuimos menos intensos que el rival.

De entrada los gallegos parecieron tener las ideas más claras. Birutis y Robertson hallaban situaciones favorables de tiro y anotaban con relativa facilidad. Nosotros, cortocircuitada la vía del sobremarcado  Cheatham, encontrábamos el camino de la penetración. Pero había trampa, porque al final de ese camino estaba de nuevo el omnipresente Birutis contra quien nos empeñábamos en estrellarnos una vez tras otra.

Así nos encontrábamos 16 – 8 abajo en poco más de cinco minutos de juego. Pedimos tiempo muerto, hicimos un triple cambio de jugadores, pero ni por esas. La diferencia pronto se fue por encima de la decena (28 – 14, minuto 12) y siguieron doblegándonos y doblándonos en el marcador hasta un abismal 40 – 20 (minuto 16).

La esperanza estaba en que aún era pronto. Había mucho partido por delante. Si despertábamos quizá fuéramos capaces de tornar la suerte del encuentro. Pero no. Hicimos un amago (42 – 27, minuto 18), que resultó insuficiente porque tras el descanso el Obra dio una vuelta de tuerca más para acabar con cualquier resquicio de duda sobre su victoria (63 – 34, minuto 25).

Tuvimos el decoro de buscar la mejora aun a sabiendas de que el partido estaba perdido. Liderados por Novak y Emegano, limamos la desventaja gracias a nuestros primeros contraataques en muchos minutos, forzamos faltas y estuvimos acertados desde el tiro libre, hallamos situaciones favorables en los ataques de cinco contra cinco. Es cierto que el partido ya no tenía la intensidad del inicio, pero al menos acabamos con mejores sensaciones para llevar la abultada desventaja hasta el definitivo 93 – 81.

Departamento de Comunicación del Urbas Fuenlabrada.   

Imagen de acb Photo / A. Baúlde.